Seguimos con la
resaca de nuestra aventura con Bretón Rosticeros, así que pusimos a rostizar un
pollito de leche después de cuatro horas de nado a baja temperatura y
acompañamos con huevos fritos, una cosa muy sencilla pero, en este lugar nos
dimos cuenta que la sencillez es la mayor virtud de la cocina, la cocina del
barrio, la cocina de la ciudad de México.
Seguiremos cocinando
cosas que nos recuerden la niñez, eventos del pasado que tengan que ver con
comida, es decir, toda nuestra vida pasada.
Disfruten el pollito
y los huevos, provecho.
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